La Cámara de Comercio de Puerto Cabello: 130 años de historia y presencia

La Cámara de Comercio de Puerto Cabello: 130 años de historia y presencia

Por José Alfredo Sabatino Pizzolante

Abogado, historiador y ex-Presidente de la Cámara de Comercio de Puerto Cabello (2005/2006)

 

El Presidente Juan Esteban Rodríguez nos ha encomendado unas breves palabras para referirnos al devenir histórico de esta centenaria Cámara de Comercio, lo que hacemos con gran complacencia porque a esta corporación nos correspondió verla en temprana fecha desde la óptica del historiador –cuando en 1994 se nos encomendó la elaboración del libro sobre su fundación y trayectoria– sin saber que años más tarde nos convertiríamos en protagonistas de esa misma historia, al correspondernos su conducción en el período 2005-2007.

El implacable paso del tiempo hace de la historia un ejercicio dinámico, susceptible de revisitarla y completarla en cualquier momento. Toda persona –y lo mismo ciertamente aplica a las instituciones– tiene una historia que es la suma de los aciertos y los fracasos, pero que no por ello deja de ser importante y aleccionadora. Esa historia, en todo caso, crea tradición, arraigo e incluso abolengo, al tiempo que brinda una valiosa oportunidad para reflexionar sobre los pasos andados. Y es que, a lo largo de sus 130 años de existencia, la Cámara porteña ha demostrado con creces como la voluntad de un gremio puede transcender en el tiempo, para darle forma a una institución que ha remontado décadas buenas y malas, convirtiéndose en cónclave de muchas iniciativas y serias ejecutorias.

No es casualidad, entonces, que nuestra institución fiel a su tradición se tomara en serio eso de ahondar sobre sus raíces, cuando próxima como estaba a cumplir los 100 años de fundada la Junta Directiva para la época presidida por Richard Th. Römer y conformada, entre otros, por Ítalo Pizzolante Balbi, Oscar León Uzcátegui y Ernesto Dao Castillo, nos encomendara preparar un libro sobre la fundación y trayectoria de la institución que titulamos Historia y Presencia de una Cámara Centenaria (1997), trabajo del que rescatamos lo que escribimos en su epílogo: «…la ahora centenaria Cámara de Comercio tiene frente a sí nuevos retos, que habrán de redundar no sólo en beneficio de sus agremiados, sino también en provecho de la ciudad que le ha visto crecer. Esa es una responsabilidad impuesta por su trayectoria, y cuyos resultados serán juzgados por las generaciones futuras…».

Y ahora transcurridos tres décadas, la Cámara de Comercio puede ufanarse de haber asumido esos retos con creces en beneficio de sus agremiados y en provecho de la ciudad, todo ello en medio del período político y económico más complejo de nuestra vida republicana.

Como quiera que ofreciera a nuestro Presidente hacer uso de mi capacidad de síntesis, no voy a extenderme en los aspectos históricos, pero sí recordar un significativo hecho. Es verdad que el 22 de noviembre de 1893 marca el comienzo de la actividad gremial organizada del empresariado venezolano, con la fundación de la Cámara de Comercio de Caracas, adoptándose para su organización el modelo inglés de carácter privado, asociativo y autónomo, por tanto, sin participación gubernamental. Sin embargo, pronto resultó necesario para la cámara caraqueña fomentar la creación de sus homólogas en la provincia, enviando en marzo del año siguiente una circular a los comerciantes de Valencia, Puerto Cabello, Maracaibo, Ciudad Bolívar y Carúpano, instándoles a formar sucursales y corresponsales para hacer más efectiva las gestiones que pudiera adelantar aquélla. La respuesta de la provincia fue la fundación de las primeras Cámaras de Comercio del interior el año 1894, esto en Maracaibo, Valencia y Puerto Cabello.

Aun cuando pareciera que el establecimiento de la Cámara porteña aquel 10 de julio de 1894 era tan solo una respuesta a la exhortación hecha desde la capital, y las gestiones adelantadas a nivel local por las casas Blohm & Cía., Boulton & Cia. y Leseur Römer & Cia., comisionadas por la Cámara de Comercio de Caracas para tal fin, la lectura de algunos ejemplares de El Correo Porteño, diario que circuló en la ciudad a finales del siglo XIX, sugiere que ya desde 1891 se venía gestando en el puerto el establecimiento de nuestra corporación. Lo anterior constituye un interesantísimo antecedente histórico, pues coloca a los comerciantes porteños a la vanguardia en la defensa de los intereses del gremio.

Así, en la edición del 26 de septiembre, el editor de ese órgano informativo –M.E. Urosa– dedica un suelto al tema de las cámaras de comercio incitando al establecimiento de una en la localidad. El editorial informa sobre un “individuo miembro del alto comercio” —quizá el mismo Römer— que venía trabajando en un proyecto de estatutos para organizar el futuro ente empresarial, ofreciendo los mejores esfuerzos de ese órgano informativo para promoverlo. Pocos días más tarde, el editor se quejaba del poco interés del comercio local por concretar la idea: «… Y no se nos diga –escribe irónicamente Urosa– que se hace difícil tener una reunión para realizar el útil pensamiento: porque el Club [El Recreo al que acudían los poderosos comerciales] lo desmiente. Si ahí se congregan para recreo y solaz por qué no tomarse una cuarta parte de este tiempo para instalar y fomentar una institución de que derivaría grandes bienes para el comercio de la localidad…», concluía amargamente el editorialista. Aquella iniciativa, entonces, deberá esperar poco más de dos años para materializarse.

Resulta difícil en este ejercicio de síntesis resumir el desarrollo de la pujante Cámara, en el que distinguimos claramente dos etapas: 1894-1934, caracterizada por un funcionamiento intermitente en ocasiones pero con claros logros institucionales, entre los que se cuentan la regularización en la introducción de monedas de plata a través del puerto, la refacción del faro de Punta Brava, la ampliación de la infraestructura portuaria, el mejoramiento de vías de comunicación y construcción de nuevas (en particular hacia Barquisimeto), las rebajas en los aranceles de aduana aplicados a productos producidos o exportados por Puerto Cabello y la derogatoria de la Ley de Rentas del Estado Carabobo; y la etapa que abarca desde 1934 hasta la actualidad, período en el que la institución ha funcionado ininterrumpidamente consolidándose como un ente fundamental en el desarrollo económico de la ciudad y que, incluso, en ocasiones ha llenado y llena los vacíos dejados por el gobierno local y las fuerzas vivas, siendo abanderado y protagonista de campañas de importancia como la declaratoria de Puerto Cabello como Puerto Libre (propuesta que lamentablemente no se concretó); la creación del Cuerpo de Bomberos; la construcción de la autopista Puerto Cabello-Valencia, el Ferrocarril Puerto Cabello-Barquisimeto y el aeropuerto; la privatización de los servicios portuarios, eliminación del Instituto Nacional de Puertos y la descentralización del puerto; el proceso de modernización aduanera iniciado con la implantación del Sistema Aduanero Automatizado (Sidunea) y las actividades de la Comisión Presidencial contra el Fraude Aduanero, ello a través de la Comisión Puerto-Aduana, así como la reforma legislativa portuaria que concluye con la promulgación de la Ley General de Puertos (2001); la promoción del turismo y la oferta gastronómica local; la permanente presencia en los organismos empresariales cúpula como Fedecámaras, Consecomercio y Fedecámaras Carabobo en beneficio del gremio, y en la ciudad de Puerto Cabello, cuya gente e instituciones se benefician permanentemente de su acción social y cultural; y el oportuno pronunciamiento en situaciones que menoscaban los intereses de los agremiados, así como los de la ciudad misma, tales como el proceso de reversión portuaria, la inseguridad, las fallas en el suministro del agua, la crisis eléctrica, entre muchos otros problemas. No en balde ha sido reconocida por Consecomercio, en dos oportunidades, como Cámara regional del año.

Todo lo anterior la suma de las ejecutorias de sesenta y tres presidentes y un número importante de directores, así como el esfuerzo y compromiso de su personal administrativo y obrero, custodios de una tradición empresarial que ha visto pasar muchísimas cosas en el país, y todavía sigue haciendo por el gremio que representa y la ciudad que le sirve de asiento. Aquí vale la pena recordar que de su seno han salido documentos de denuncia de una gran profundidad como la “Carta de Puerto Cabello” preparada durante la gestión de Oscar Castro Duarte (1971) o el documento gráfico “Estado Crítico Actual de la Ciudad de Puerto Cabello”, preparado durante la gestión de Luis Garcés (1980), sabiendo reconocer también los aciertos gubernamentales y promoviendo a la ciudad, tal y como sucedió con la publicación del libro “Así Progresa Puerto Cabello” (1957).

La Cámara de Comercio ha crecido con la ciudad en una relación simbiótica –por cierto, difícil de encontrar en cualquiera de sus homólogas– que se mueve al ritmo del comercio como común denominador. La institución ha visto crecer a la ciudad y también verla abatida por la dramática caída en el tráfico y volúmenes de carga que maneja su puerto, pero sin abandonarla y diciendo presente en todo momento con importantes obras de carácter social y cultural. Aquí sigue nuestra Cámara de Comercio, de las pocas instituciones centenarias de la localidad que permanece en pie, reinventándose, siempre comprometida con el gremio empresarial y los porteños, haciendo honor a su histórica tradición. Celebremos, pues, sus hoy bien cumplidos 130 años… Muchas gracias.

Puerto Cabello, 10 de junio 2024.